Menos héroes, más humanos con visión🔦

Hace poco, leía un informe de la consultora KPMG sobre las prioridades de los comités de auditoría en 2024. El dato que más me llamó la atención fue que el 77% de las juntas directivas a nivel global están preocupadas por la capacidad de sus organizaciones para anticipar y responder a los riesgos emergentes (KPMG, Audit Committee Priorities 2024), y la verdad es que la gran preocupación no es solo el riesgo en sí, sino el liderazgo que hay detrás.

Ni el conocimiento técnico ni el coraje individual son suficientes; lo que realmente marca la diferencia es una combinación sólida de competencias y valores.

Entre los elementos que conforman ese ADN, destacan los siguientes:

  • Un buen líder de riesgos no entra en pánico con los escenarios catastróficos, pero los contempla con seriedad. Sabe que el peor enemigo del riesgo no es el evento en sí, sino la ceguera ante él.
  • Tiene la capacidad de explorar sin dispersarse, preguntan, investigan, cruzan datos, sin perderse en laberinto.
  • Buscan que el mensaje cale adaptando el lenguaje tanto al directorio o al equipo operativo. Toman riesgos, incluso al hablar del riesgo.
  • No imponen su opinión, pero tampoco ceden en lo esencial; su liderazgo combina integridad con empatía.
  • Saben que los riesgos no están aislados, un fallo tecnológico puede nacer de un proceso mal diseñado, y una crisis reputacional puede empezar con un proveedor mal gestionado. Y algo más, estos líderes no se forman solos.

En gestión de riesgos, el conocimiento por sí solo no es suficiente; es la perspectiva, y ahí es donde el mentor marca la diferencia, lo que transforma la experiencia en criterio.

Un buen mentor en riesgos no entrega respuestas, sino que cultiva el juicio en otros, esa mezcla precisa de análisis, ética, intuición y contexto, guiando con la experiencia necesaria para saber cuándo intervenir y cuándo dejar que el error enseñe sin consecuencias irreversibles. Y, quizás lo más valioso, un mentor rompe la soledad del líder en gestión de riesgos, esa que surge al ir contra la corriente y decir lo que muchos prefieren callar; no solo guía, también sostiene.

✈️A menudo pienso en los líderes de riesgos como pilotos atravesando una turbulencia intensa. No controlan el clima ni la forma de las nubes, pero sí saben leer cada instrumento, tranquilizar a la tripulación y, sobre todo, mantener el foco cuando todo a su alrededor parece perderlo.

Ahora imagina que en la cabina de al lado está un ex piloto con décadas de experiencia, no para tomar el control, sino para decir con calma: “Cuando veas una tormenta así, no subestimes el giro del viento, yo ya pasé por ahí”...Eso es mentoring

La clave está en construir redes vivas de aprendizaje, incorporar procesos formales de mentoring que conecten a los líderes emergentes con quienes ya han navegado tormentas similares y saben leer el horizonte.

De hecho, el Global Risk Management Survey 2023 de Deloitte revela que el 52% de los ejecutivos considera que sus programas de gestión de riesgos no están suficientemente integrados en la toma de decisiones estratégicas. ¿La solución? Una palabra sencilla pero poderosa: liderazgo. Y ese liderazgo, para madurar y sostenerse, necesita mentores.

 La gestión de riesgos no es solo evitar errores; es, sobre todo, evitar cegueras. Necesitamos líderes capaces de mirar más allá del Excel, más allá del informe, que tengan el coraje de frenar el rumbo cuando su instinto, formado por experiencia y conocimiento profundo, les dice que algo no encaja.

💭Recuerdo cuando la primera vez que asumí el liderazgo en gestión de riesgo operacional, algunas decisiones pesaban más de lo esperado… esas que te quitan el sueño y que, se callan en las reuniones. Más aún cuando sabes que tendrás que defenderlas ante el regulador.

En ese momento de incertidumbre, fue mi gerente quien, con más preguntas que certezas, me acompañó. No me dio respuestas, sino la valentía para mirar desde otro ángulo, la confianza para creer en mi propio criterio cuando el miedo quería paralizarme, y la fuerza para transformar la duda en un impulso más sabio y seguro hacia adelante.

Y es que liderar riesgos no es un acto heroico ni solitario; es profundamente humano: implica sostener convicciones en medio de la incertidumbre, tomar decisiones difíciles y tener el coraje de formar a otros para que vean lo que aún no es evidente.

Porque los riesgos no desaparecen, evolucionan. Y cuando la tormenta llegue, no serán los controles ni los reportes los que sostendrán a tu equipo, sino los líderes que hayan sido preparados con criterio, coraje y visión.

El mentoring es una inversión silenciosa en la resiliencia futura. 🛡️