Durante los últimos años, el sistema financiero peruano ha mostrado una resiliencia destacable frente a entornos marcados por la volatilidad y la incertidumbre. Sin embargo, el 2025 se perfila como un punto de inflexión. Mientras la rentabilidad cae a terreno negativo y la economía enfrenta un proceso de ajuste estructural, siete nuevas entidades financieras —entre ellas dos bancos, uno de ellos completamente digital— se preparan para iniciar operaciones en el país, según informó la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (Gestión, 30.10.2025).
A primera vista, la noticia suena alentadora: más competencia, innovación y alternativas para los usuarios. No obstante, un análisis más detenido revela que esta nueva ola de participantes llega en un contexto particularmente desafiante, caracterizado por márgenes más estrechos, una morosidad latente y una confianza del consumidor aún en reconstrucción.
En este escenario, el verdadero reto no radica únicamente en quién ingresa al sistema, sino en cómo las entidades existentes y las nuevas serán capaces de absorber, gestionar y equilibrar los riesgos que surgen de esta transformación del mercado financiero.
📉 Un entorno de rentabilidad negativa
Según el Informe de Situación del Sistema Financiero (SBS, marzo 2024), la rentabilidad del sistema ha experimentado un deterioro notable. El ROA descendió a -2.0% y el ROE a -13.6%, cifras que reflejan tanto la presión de un entorno recesivo como el costo de mantener provisiones y niveles de capital históricamente prudentes.
Detrás de estos números, sin embargo, hay una historia de prudencia y solidez. A pesar de la caída en los márgenes, las entidades financieras mantienen una cobertura de provisiones equivalente al 120% del crédito irregular. Este nivel de resguardo no solo evidencia una gestión del riesgo conservadora, sino que constituye una barrera de contención esencial frente a eventuales deterioros de cartera.
💻 Competencia digital
El ingreso de nuevos actores —bancos 100% digitales, fintechs y emisores de dinero electrónico— promete dinamizar el ecosistema financiero. No obstante, este proceso de apertura también amplía la superficie de exposición.
En STAMM sostenemos que la velocidad de la innovación debe ir acompañada por la misma velocidad en la gestión del riesgo. Cada avance tecnológico —en pagos, créditos o identidad digital— multiplica las oportunidades, pero también introduce nuevos vectores de vulnerabilidad: ciberataques, fraudes, interrupciones operativas o deficiencias en la gobernanza de datos.
Innovar sin fortalecer los cimientos del control es como construir un puente de última generación sobre bases inestables: estéticamente brillante, pero estructuralmente frágil.
⚖️ Prudencia en tiempos de cambio
Otro indicador relevante, el de pagos digitales, también muestra señales de enfriamiento: tras un crecimiento sostenido entre 2021 y 2023, cayó de 1.1 a 0.8 veces el PBI en apenas dos trimestres. Aunque la variación pueda parecer menor, refleja una desaceleración en la confianza y en la capacidad de gasto de los hogares, un factor que incide directamente en la dinámica del crédito y el consumo.
Aun así, este entorno no debería interpretarse como una señal de parálisis. Por el contrario, abre espacio para repensar los modelos de crédito, diversificar portafolios y fortalecer la sostenibilidad financiera a largo plazo.
🧩 Innovar sin perder disciplina
La entrada de nuevos competidores traerá dinamismo, pero también exigirá respuestas más sofisticadas de las entidades ya establecidas. Será indispensable reforzar la eficiencia, profundizar la transformación digital y perfeccionar la lectura de los riesgos operacionales, cibernéticos y reputacionales.
La pregunta de fondo es si el sistema podrá mantener su prudencia en medio de la aceleración tecnológica. Porque la rentabilidad puede tardar en recuperarse, pero la confianza —una vez erosionada— requiere años para restablecerse.
En STAMM, estamos convencidos de que esta nueva etapa no se definirá por quién crece más rápido, sino por quién gestiona mejor la incertidumbre.
Domar el riesgo no significa evitarlo, sino comprenderlo, anticiparlo y convertirlo en una ventaja competitiva.
Esa, precisamente, será la distinción entre los actores financieros que perduren y aquellos que queden atrás.
STAMM: El Arte de Domar el Riesgo
No se trata de evitar el riesgo, sino de convertirlo en estrategia.🛡️
